miércoles, 16 de marzo de 2011

Chile por Gonzalo Rojas

el país longilíneo es para la risa:


se lo da todo a sus poetas: la asfixia y el ventarrón de la puna,
el sol hasta el desollamiento, lo pedregoso y lo abrupto,
¡y que lo diga la Mistral!,
el piedrerío, lo hortelano y la placidez,
el sacudón que no cesa y unas veces estalla cataclístico,
la fiereza de las aguas largas y diamantinas,
los bosques donde vuelan todos los pájaros, ¡esos bosques!,
¡esa hermosura que nos están robando del Este y el Oeste en nombre de la tecnolatría!,
lo geológico y lo mágico de más y más abajo donde empieza el Principio,
más allá todavía de lo patagónico y lo antártico.
(...)
¡Chile: país vivido!
Personalmente yo he vivido largo a largo ese país y no por turismo literario,
¡Dios me libre!,
sino por locura y, ya de niño,
me fui a morar para siempre a cada uno de sus párrafos geológicos y geográficos,
de norte a sur.

martes, 15 de marzo de 2011

Cerrando el ciclo y vuelta a España

Lo primero de todo decir que estamos bien, Agus, Lili, y resto de la familia, ya hemos llegado a España sanos y salvos, aunque con el reloj desajustado, porque apenas pudimos dormir, y ahora andamos dando cabezadas a cada rato, y el estómago un poco revuelto de la comida tan “fresca” del avión, y por el hecho de pasarte 13 horas de vuelo sin moverte, mis intestinos piden a gritos un yogurt de esos del Coronado…. :)

Hace tiempo que no escribo, después de Serena fuimos a Viña y Valparaíso, y ahí nos juntamos con la familia de nuevo, en el punto donde nos dejaron para empezar el camino, y supongo que cerrando así un ciclo, una etapa, un viaje; y no escribo porque me he dedicado más a escuchar, a hablar, a compartir, a mirar, a disfrutar…..eran pocos los días que nos quedaban y quería aprovecharlos al máximo, porque sé que se pasan rápido, como el resto de los que hemos tenido en Chile, y no quería que se me escaparan escribiendo, quería agarrarlos para siempre.

De Valparaíso (o Valpo para abreviar, o Pancho como lo llaman) ya hablé algo en su momento, alguien se acuerda?, cuando fuimos con la prima Lili, y nos llevó a la Sebastiana, y a un par de cerros, y a Viña… Esta vez hicimos más o menos lo mismo, pero aprendiendo la magia de esa ciudad, que sólo se percibe cuando te pierdes, y subes empinadas escaleras para llegar a una calle estrecha, con las paredes pintadas, y luego viene una cuesta interminable que acaba dando a un paseo, con vistas a la bahía, y al puerto, y sus tiendas de artesanía que venden lapislázuli. Desde la plaza alta coges un ascensor –funicular- que por 100 pesos salva la tremenda diferencia de altura entre la parte angosta de abajo y el cerro, y mientras bajas sientes esa sensualidad de la ciudad, con el olor de la madera, la tensión de los cables, el chirriar de los mecanismos…Definitivamente Valpo está hecho para andar, o más bien para callejear. A cada instante descubres una nueva perspectiva para hacer una foto, o si no es un grafiti poético en una fachada, o una casa de colores, o una construcción que se asoma sin miedo sobre el cerro; por no hablar del ambiente entre gente bohemia, cafés alternativos, turistas, perros callejeros y gatos abandonados, que ya forman parte de la estampa de la ciudad, una ciudad anárquica, sí, pero que forma parte de su encanto. Quizás lo único que reclamaría de esta gran urbe es la falta de recuperación del Patrimonio Histórico, me recordó en momentos a la espléndida Habana, con sus grandes tesoros escondidos bajo el polvo y escombros, que esperan ser restaurados y pulidos para lucir la grandeza de su “belle epoque”.

Parece mentira que hasta el siglo XVIII Valparaíso no fuera más que un embarcadero sin ciudad, el primer lugar donde llegó el único barco de los tres que Diego de Almagro envió desde Perú para abastecerle a su llegada de la travesía andina. Después vendrían los piratas, las órdenes religiosas, los hacendados y empresarios del salitre. Valparaíso se convirtió entonces en el corazón económico de Chile y adquirió su imagen cosmopolita. Actualmente la ciudad no tiene la importancia que tuvo en el siglo XIX, el puerto lo administra una empresa alemana, es sede del Congreso Nacional, de la Academia Naval y de varias universidades; y el centro histórico es Patrimonio de la Humanidad desde el 2003.

Calle Serrano con Trolebus

Plaza Sotomayor con el cuartel principal de la Marina Chilena y la estatua del General Prat en el centro.

Cerro y AScensor Artillería

Dentro de una de las cabinas del funicular

Típica casa de Valpo

Palacio de Justicia y Ascensor el Peral

Ascensor el Peral

Palacio Baburizza (Museo de Bellas Artes) en Cerro Alegre

Vista de la ciudad e iglesia Luterana desde Cerro Concepción

Escalera pintada en museo abierto (calle Ferrari)

Vista desde cerro Bellavista

Al día siguiente estuvimos en Viña del Mar, el complemento de Valpo y, sin el cual, no sería la misma. Viña es todo lo contrario, llana, elegante, segura, mundana y turística a no poder más, hoteles y hoteles de altura abismal que perfilan la costa de Viña a modo de nuestro Benidorm particular. La fama de Viña se acrecienta con el archiconocido festival de música veraniego de Quinta de Vergara, tanto que probablemente sea la más selecta ciudad de veraneo de Chile, tanto para chilenos como para muchos argentinos. Repartidos a ambos lados de la desembocadura del Marga-Marga, están los barrios de mansiones, y los palacetes antiguos, como el de Quinta Vergara o el Palacio Rioja. Más en la costa está el Cerro Castillo, con el Palacio Presidencial; el reloj floral, el Castillo Brunet, el Castillo Wulff y el Castillo Ross. Es curiosa la forma del restaurante-hotel Cap Ducal, con su silueta de transatlántico sobresaliendo del paseo marítimo, y el Casino Municipal, construido en los años 30.

Cerro Castillo

Reloj Floral

Castillo de Wulff

Cap Ducal

Río Marga Marga

Después de todo un día de “pateo” entre Valpo y Viña caímos redondos en la cama de nuestro hostal Monaldi, sin importarnos los ruidos de la calle o el crujir de la madera del suelo. El hostal forma parte de una antigua casa de la época, realmente bonito, la pena que no hice ninguna foto para poder mostraros, pero es realmente enorme, con salas y más salas, y más puertas que dan a otras habitaciones de donde salen escaleras a pisos superiores, todas las estancias comunicadas entre sí por otro extremo…no sé, me gustó, fue barato, y tienen self-service de desayuno (esto dice mucho a su favor, jej). AL día siguiente resultó que amaneció con un sol increíble, raro para Chile, que suele amanecer nublado para despejar por la tarde, así que dijimos que ese día relax total, nos pusimos el bañador, las chanclas, la toalla al hombro, el periódico bajo el brazo y rumbo a la playita!!! Todo parecía perfecto, sí, extraño, pero allá que nos pusimos sobre la arena fina de Viña, nos bañamos, nos dormimos, descansamos, y cuando llevábamos apenas 2 horas allí se nos acerca el socorrista con su cara anticipatoria, sabiendo yo ya el presagio de que algo no puede ser perfecto. En efecto, un terremoto grado 8.9 había tenido lugar en las costas de Japón, terrible, con muertos y muertos, y una gran ola de tsunami había arrasado en seguida pueblos costeros nipones. Como consecuencia, todas las costas del Pacífico estaban bajo alerta por riesgo de tsunami, y el salvavidas por ello nos recomendó abandonar todo el área de playas para prevenir. Luego resultó ser la cosa mucho menor de lo que aparentaba, imagino que tras lo ocurrido en Chile el año pasado, la sensibilidad al respecto está mucho más despierta, y las precauciones que se tomaron, aunque quizás fueran excesivas, son comprensibles.

Pero bueno, como siempre tenemos mil planes alternativos, y todos son igual de buenos, el primo Manolo nos sorprendió esta vez viniéndonos a recoger para asegurarse de que estuviéramos a salvo (creo que fue orden expresa del tío Agustín, jej), y así de paso llevarnos a conocer Algarrobo, pueblito pequeño costero al sur de Valparaíso, en el conocido Litoral de los Poetas, donde predomina la tranquilidad y el descanso encerrados entre quebradas, humedales, acantilados y playas de increíble belleza. Además, y creo que esto ha sido lo que más le ha gustado a mi madre, allí se encuentra la piscina más grande del mundo, con sus 2 km de longitud. Vimos la foto cuando estuvimos preparando el viaje, pero como no sabíamos dónde estaba, abandonamos la idea de visitarla, y luego mira tú el destino que nos trajo aquí, para verla con nuestros propios ojos. No pudimos bañarnos porque seguíamos en peligro de tsunami, y la piscina está en la pura orilla del mar! Para rematar el día una buena cena con mejillones, choros, sopa y reineta a la plancha con ensaladita, todo ello cómo no acompañado de su buen vino blanco, un Chardonnay 2010 Misiones de Rengo.

Playa de Viña

Algarrobo

Humedal

Piscina más grande del mundo!

Lo conseguiste!

Acantilado (1)

Acantilado (2)

Con el tío Manuel en Algarrobo

Quebrada de Algarrobo

Al día siguiente estuvimos caminando, conociendo la costa, y compartiendo más momentos inolvidables con el primo. Comimos un buen bistec con vino tinto, después su obligada siesta y en la tarde visitamos otros pueblos, entre los que se incluye el de Isla Negra, con su costa rocosa en la que el mar se rompe con furia inigualable. El lugar enamoró al poeta Pablo Neruda, que a su regreso de Europa en 1937 buscó un lugar de retiro para poder escribir. EL poeta salió de ella en 1973 camino del hospital de Santiago donde murió, poco después del golpe de Pinochet. En el jardín reposan los restos del poeta y de su esposa, Matilde Urrutia: “Compañeros, enterradme en Isla Negra,/ frente al mar que conozco, a cada arena rugosa de piedras/ y de olas que mis ojos perdidos/ no volverán a ver…”

Casa de Algarrobo

Casa P.Neruda Isla Negra

Vista al mar desde Isla Negra

Ya en la noche regresamos a Santiago, qué ganas tenía yo ya de ver al resto de la familia Ruiz, de tomar un poco del pisco de Agus, de comer de las riquísimas comidas –y desayunos- de Lili, de reirme con la siempre risueña Ceci, de conocer a la desaparecida Fran, de charlar con Flo, de comentarle a la prima Lili que estuvimos de nuevo en su querido Star Bucks de Viña….. ayyy tanto tiempo viajando, conociendo, visitando, “excursioneando” y, al final, lo que uno más recuerda y añora son los momentos con la familia, quizás porque las vivencias de uno, si no son compartidas, no saben a nada, son insulsas, pálidas, secas y sin hedor. Por eso este viaje se hizo a tres, o a dos al final, o a montones en ocasiones, porque es la gente con la que compartes tu día a día la que le da el sabor, el color, el olor y la fina textura a los recuerdos de tu vida.


Gracias a todas las personas que han hecho posible este viaje, podríamos haber hecho más o menos cosas, haber ido más o menos rápido, de otra forma, con otros medios; pero no podría haber sido mejor. Como dice la chamanita de mi madre, todo ocurre por algo, debemos prestar atención a las coincidencias, aprovechar las oportunidades de nuestro camino. Nuestro viaje, con sus andaduras y contratiempos, con la gente que se nos ha cruzado, ha sido “perfectamente imperfecto”, es decir, como tenía que ser.

Me despido hasta la próxima entrega, que no es ésta la última, y aún queda alguna que otra sorpresa. Espero que os haya gustado el blog a tod@s, empezó siendo la forma de darnos a conocer allí en Chile para los amigos y parientes de España, pero también lo ha sido para la familia chilena, incluso para amigos que hicimos en el viaje, y también nos ha servido, y mucho, a nosotros para recordar, recordar y recordar.

jueves, 10 de marzo de 2011

Serena, un término medio


En el punto de unión entre el desierto y el clima mediterráneo del valle central se encuentra La Serena, capital de la cuarta región, Coquimbo, un lugar para mí privilegiado, puerta de entrada al valle del Elqui, y lugar de partida a playas de arena fina y aguas transparentes. Es evidente que esta ciudad me ha gustado, a diferencia de mi madre, que ella dice que se queda en el valle, donde hay 360 días de cielos despejados y limpios, será por ello que los más modernos observatorios astronómicos han instalado allí sus telescopios.

Nada más llegar a la Serena nos impactó el estilo colonial que estila la ciudad, la segunda más antigua de Chile, tras Santiago, fundada como punto de apoyo entre Valpo y Lima, y que debe su clase al plan  de reforma del serenense Gabriel González Videla. Pero la ciudad sería para otro momento, porque en seguida alquilamos un coche, o quizás no tan en seguida, porque de diez agencias de renta que llamamos no tenía ninguna ni un solo vehículo, menos mal que a la onceava hubo suerte (no a la tercera, como dice el dicho) y nos dieron un Chevrolet rojo del año 2008, bonito, sí, y yo como primerizo dije a todo que sí, y no me fijé en mucho más (a mi madre por supuesto con sólo ser rojo el coche ya le gustó, jej). Luego nos daríamos cuenta de lo importante de tener un auto con aire condicionado, sí, ya no se me pasa para la próxima. Pero bueno, no fue nada grave el asunto, y como decía, pusimos rumbo al valle del Elqui, un valle donde la NASA registró una actividad biomagnética mayor a la encontrada en cualquier otra parte, lo cual activa las neuronas y crea un ambiente donde si uno lo desea todo viene dado. Ya lo decía la gran poetisa Gabriela Mistral, y aunque no pude conocerla en persona, sí hemos conocido a personas que han vivido en ese valle durante un tiempo, y todas ellas están de acuerdo en que a pesar de sus dificultades, o de sus situaciones, nunca les faltó lo básico, y en general vivieron felices en ese valle. Yo, personalmente, no puedo decir que sintiera nada especial, no es que esperara sentir un cosquilleo interno ni nada por el estilo, pero sí es verdad que con todo lo leído uno va como expectante a algo que no puede ver. Pero bueno, supongo que en dos días es difícil apreciar nada, salvo que en efecto, en ese valle se vive bien. Surcado por el río, varios pueblos salpican su curso, pequeños, pero singulares, unos viven del pisco entre hectáreas de viñas de uva moscatel, mientras otros lo hacen de las tiendas de artesanía, imitando la famosa cerámica diaguita, o de las mermeladas de papaya y productos de frutas tropicales. Al parecer nada le falta a este valle, tiene agua, tiene verde, montañas y un cielo estrellado prácticamente todas las noches del año. Nuestra primera parada fue el observatorio astronómico de Cerro Tololo (2.200m), donde operan 7 telescopios, el más grande de 4m de diámetro. Cuando uno lo ve realmente piensas que estás en la película de Contact, con esa maquinaria y aparatos, realmente impresionante. Pero para una visión más romántica de lo que es la astronomía fuimos por la noche al observatorio de Mamalluca, más turístico, con una visita de 2 horas donde nos enseñaron a interpretar lo básico del cielo, enfocado desde la cosmoastronomía, que estudia la interpretación del cielo desde el punto de vista de las distintas culturas, sean griegos, romanos, incas o aymaras. Nos gustó mucho, la verdad, aunque acabamos con el cuello tieso!

Vista del valle desde Cerro Tololo
Telescopio óptico
Del resto del valle destacar el pueblito de Vicuña, lugar donde estudió Gabriela Mistral, y que posee su museo. Su iglesia, su torre Bauer, sus casonas antiguas, como la de los Madariaga, su plaza de armas, sus tiendas y, especial mención, a la casa hostal donde Rita, una mujer alemana encantadora, que hace los jugos y la mermelada ella misma, y que nos dio el mejor desayuno de todo este tiempo en Chile. Gracias a ella recuperé mi abrigo, que me lo dejé olvidado y nos lo envió a la Serena. Os lo recomiendo si alguna vez vais.

Desayuno en casa Rita
Torre Bauer
CAlle de Vicuña
Solar de los Madariaga
 Pero bueno, que no me quiero enrollar. Dos días estuvimos en el valle, y vimos además los pueblos de Diaguitas y El Molle, el embalse de Puclaro, y el viñedo de Pisco Aba.

Plaza del pueblo Diaguitas
Diaguitas: casa con pintura de su cerámica
Rio Turbio
Embalse de Puclaro
Viñedos Pisco Aba
Nuestro cochecito!!!!!
Valle del Elqui

 Nos hubiéramos quedado más, pero el tiempo aprieta, y más la agenda que llevamos, así que nos fuimos para en norte, a Punta Choros, donde se encuentra la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt. Está formada por tres islas, Chañaral, Choros y Damas, y sólo se puede desembarcar en la última, preciosa, de aguas cristalinas, como en el Caribe, aunque un agua un poquito más fresca, vamos a decirlo así, jej. Aunque no pudimos ver los delfines, no faltaron los pequeños pingüinos Humboldt, los únicos que anidan entre cáctus, los lobos marinos, hasta un elefante marino, los cormoranes, nutrias, pelícanos, alcatraces y un sinfín de aves más, en un entorno de acantilados, roquerío con arcos, portadas y cuevas, sí, señor, un 10 a la excursión. Lo único malo, la distancia, se tarda 2 horas en ir, y que no previmos bien y nos quedamos sin gasofa en el pueblo, menos mal que nos vendieron los aldeanos.

A punto de zarpar
Isla Choros
Lobo Juan Fernández
Lobos marinos
Cría de lobo marino
Pingüino de Humboldt
Aves
en uno de los túneles
Arcada
Pelícanos
Isla Damas
Playa isla Damas
por cambiar un poco....
La otra playa de la isla


El martes 8 fuimos en sentido contrario, hacia el sur, otras dos horas de camino, para llegar al Parque Nacional Fray Jorge. En medio de una zona semidesértica, los acantilados de la zona forman un pequeño biotipo del bosque que hubo en todo Chile hace muchos años, pero que desapareció por el clima y que hoy sólo queda en el sur. Gracias a la corriente Humboldt se forman nubes que descargan lluvias abundantes en esta zona y conservan una vegetación tupida y frondosa. Es interesante ver ese cambio, que se da de golpe, y uno mismo pasa del calor de un día soleado como el nuestro al frío y la lluvia de una nube que no se sabe de dónde sale, la famosa camanchaca. Lo único que está lejos, y si no te gusta mucho la naturaleza, o andar, pues puede que no merezca la pena. A mí me gustó, la verdad. De vuelta por la tarde paramos en el pueblito costero de Tongoy, con su bahía de 19 km, y sus ricos pescados que cenamos, una palometa y una reineta con “agregado”, como dicen aquí…..de eso, a la cama!
Cáctus con flor
Entrada al Parque Nacional
Bosque Fray Jorge 1
Vistas al Pacífico
Bosque Fray Jorge 2
Camanchaca
Playa TOngoy
Playa Tongoy 2
Marijuani
Atardecer en Tongoy
Por último habría que mencionar las ciudades de COquimbo y Serena, separadas por 8km de bahía con finas playas,  ambas muy bonitas, antiguas, y con dos estilos muy diferentes, la primera tipo inglés, mientras la segunda de corte colonial española.


Fuerte Coquimbo
Cruz del tercer milenio (93 m de altura)
plaza COquimbo
Iglesia COquimbo y cerro
Fuerte COquimbo 2
Fuerte 3
Mezquita COquimbo
Atardecer en Caleta SAn Pedro
Iglesia Serena 1
Iglesia Serena 2
Municipalidad
Casa Piñera
Calle Prat
Faro
Bueno, me despido que tenemos que patear VAlparaíso y ya vamos mal de tiempo.
Esto se acabaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa..........jop
hasta la próxima!