martes, 15 de marzo de 2011

Cerrando el ciclo y vuelta a España

Lo primero de todo decir que estamos bien, Agus, Lili, y resto de la familia, ya hemos llegado a España sanos y salvos, aunque con el reloj desajustado, porque apenas pudimos dormir, y ahora andamos dando cabezadas a cada rato, y el estómago un poco revuelto de la comida tan “fresca” del avión, y por el hecho de pasarte 13 horas de vuelo sin moverte, mis intestinos piden a gritos un yogurt de esos del Coronado…. :)

Hace tiempo que no escribo, después de Serena fuimos a Viña y Valparaíso, y ahí nos juntamos con la familia de nuevo, en el punto donde nos dejaron para empezar el camino, y supongo que cerrando así un ciclo, una etapa, un viaje; y no escribo porque me he dedicado más a escuchar, a hablar, a compartir, a mirar, a disfrutar…..eran pocos los días que nos quedaban y quería aprovecharlos al máximo, porque sé que se pasan rápido, como el resto de los que hemos tenido en Chile, y no quería que se me escaparan escribiendo, quería agarrarlos para siempre.

De Valparaíso (o Valpo para abreviar, o Pancho como lo llaman) ya hablé algo en su momento, alguien se acuerda?, cuando fuimos con la prima Lili, y nos llevó a la Sebastiana, y a un par de cerros, y a Viña… Esta vez hicimos más o menos lo mismo, pero aprendiendo la magia de esa ciudad, que sólo se percibe cuando te pierdes, y subes empinadas escaleras para llegar a una calle estrecha, con las paredes pintadas, y luego viene una cuesta interminable que acaba dando a un paseo, con vistas a la bahía, y al puerto, y sus tiendas de artesanía que venden lapislázuli. Desde la plaza alta coges un ascensor –funicular- que por 100 pesos salva la tremenda diferencia de altura entre la parte angosta de abajo y el cerro, y mientras bajas sientes esa sensualidad de la ciudad, con el olor de la madera, la tensión de los cables, el chirriar de los mecanismos…Definitivamente Valpo está hecho para andar, o más bien para callejear. A cada instante descubres una nueva perspectiva para hacer una foto, o si no es un grafiti poético en una fachada, o una casa de colores, o una construcción que se asoma sin miedo sobre el cerro; por no hablar del ambiente entre gente bohemia, cafés alternativos, turistas, perros callejeros y gatos abandonados, que ya forman parte de la estampa de la ciudad, una ciudad anárquica, sí, pero que forma parte de su encanto. Quizás lo único que reclamaría de esta gran urbe es la falta de recuperación del Patrimonio Histórico, me recordó en momentos a la espléndida Habana, con sus grandes tesoros escondidos bajo el polvo y escombros, que esperan ser restaurados y pulidos para lucir la grandeza de su “belle epoque”.

Parece mentira que hasta el siglo XVIII Valparaíso no fuera más que un embarcadero sin ciudad, el primer lugar donde llegó el único barco de los tres que Diego de Almagro envió desde Perú para abastecerle a su llegada de la travesía andina. Después vendrían los piratas, las órdenes religiosas, los hacendados y empresarios del salitre. Valparaíso se convirtió entonces en el corazón económico de Chile y adquirió su imagen cosmopolita. Actualmente la ciudad no tiene la importancia que tuvo en el siglo XIX, el puerto lo administra una empresa alemana, es sede del Congreso Nacional, de la Academia Naval y de varias universidades; y el centro histórico es Patrimonio de la Humanidad desde el 2003.

Calle Serrano con Trolebus

Plaza Sotomayor con el cuartel principal de la Marina Chilena y la estatua del General Prat en el centro.

Cerro y AScensor Artillería

Dentro de una de las cabinas del funicular

Típica casa de Valpo

Palacio de Justicia y Ascensor el Peral

Ascensor el Peral

Palacio Baburizza (Museo de Bellas Artes) en Cerro Alegre

Vista de la ciudad e iglesia Luterana desde Cerro Concepción

Escalera pintada en museo abierto (calle Ferrari)

Vista desde cerro Bellavista

Al día siguiente estuvimos en Viña del Mar, el complemento de Valpo y, sin el cual, no sería la misma. Viña es todo lo contrario, llana, elegante, segura, mundana y turística a no poder más, hoteles y hoteles de altura abismal que perfilan la costa de Viña a modo de nuestro Benidorm particular. La fama de Viña se acrecienta con el archiconocido festival de música veraniego de Quinta de Vergara, tanto que probablemente sea la más selecta ciudad de veraneo de Chile, tanto para chilenos como para muchos argentinos. Repartidos a ambos lados de la desembocadura del Marga-Marga, están los barrios de mansiones, y los palacetes antiguos, como el de Quinta Vergara o el Palacio Rioja. Más en la costa está el Cerro Castillo, con el Palacio Presidencial; el reloj floral, el Castillo Brunet, el Castillo Wulff y el Castillo Ross. Es curiosa la forma del restaurante-hotel Cap Ducal, con su silueta de transatlántico sobresaliendo del paseo marítimo, y el Casino Municipal, construido en los años 30.

Cerro Castillo

Reloj Floral

Castillo de Wulff

Cap Ducal

Río Marga Marga

Después de todo un día de “pateo” entre Valpo y Viña caímos redondos en la cama de nuestro hostal Monaldi, sin importarnos los ruidos de la calle o el crujir de la madera del suelo. El hostal forma parte de una antigua casa de la época, realmente bonito, la pena que no hice ninguna foto para poder mostraros, pero es realmente enorme, con salas y más salas, y más puertas que dan a otras habitaciones de donde salen escaleras a pisos superiores, todas las estancias comunicadas entre sí por otro extremo…no sé, me gustó, fue barato, y tienen self-service de desayuno (esto dice mucho a su favor, jej). AL día siguiente resultó que amaneció con un sol increíble, raro para Chile, que suele amanecer nublado para despejar por la tarde, así que dijimos que ese día relax total, nos pusimos el bañador, las chanclas, la toalla al hombro, el periódico bajo el brazo y rumbo a la playita!!! Todo parecía perfecto, sí, extraño, pero allá que nos pusimos sobre la arena fina de Viña, nos bañamos, nos dormimos, descansamos, y cuando llevábamos apenas 2 horas allí se nos acerca el socorrista con su cara anticipatoria, sabiendo yo ya el presagio de que algo no puede ser perfecto. En efecto, un terremoto grado 8.9 había tenido lugar en las costas de Japón, terrible, con muertos y muertos, y una gran ola de tsunami había arrasado en seguida pueblos costeros nipones. Como consecuencia, todas las costas del Pacífico estaban bajo alerta por riesgo de tsunami, y el salvavidas por ello nos recomendó abandonar todo el área de playas para prevenir. Luego resultó ser la cosa mucho menor de lo que aparentaba, imagino que tras lo ocurrido en Chile el año pasado, la sensibilidad al respecto está mucho más despierta, y las precauciones que se tomaron, aunque quizás fueran excesivas, son comprensibles.

Pero bueno, como siempre tenemos mil planes alternativos, y todos son igual de buenos, el primo Manolo nos sorprendió esta vez viniéndonos a recoger para asegurarse de que estuviéramos a salvo (creo que fue orden expresa del tío Agustín, jej), y así de paso llevarnos a conocer Algarrobo, pueblito pequeño costero al sur de Valparaíso, en el conocido Litoral de los Poetas, donde predomina la tranquilidad y el descanso encerrados entre quebradas, humedales, acantilados y playas de increíble belleza. Además, y creo que esto ha sido lo que más le ha gustado a mi madre, allí se encuentra la piscina más grande del mundo, con sus 2 km de longitud. Vimos la foto cuando estuvimos preparando el viaje, pero como no sabíamos dónde estaba, abandonamos la idea de visitarla, y luego mira tú el destino que nos trajo aquí, para verla con nuestros propios ojos. No pudimos bañarnos porque seguíamos en peligro de tsunami, y la piscina está en la pura orilla del mar! Para rematar el día una buena cena con mejillones, choros, sopa y reineta a la plancha con ensaladita, todo ello cómo no acompañado de su buen vino blanco, un Chardonnay 2010 Misiones de Rengo.

Playa de Viña

Algarrobo

Humedal

Piscina más grande del mundo!

Lo conseguiste!

Acantilado (1)

Acantilado (2)

Con el tío Manuel en Algarrobo

Quebrada de Algarrobo

Al día siguiente estuvimos caminando, conociendo la costa, y compartiendo más momentos inolvidables con el primo. Comimos un buen bistec con vino tinto, después su obligada siesta y en la tarde visitamos otros pueblos, entre los que se incluye el de Isla Negra, con su costa rocosa en la que el mar se rompe con furia inigualable. El lugar enamoró al poeta Pablo Neruda, que a su regreso de Europa en 1937 buscó un lugar de retiro para poder escribir. EL poeta salió de ella en 1973 camino del hospital de Santiago donde murió, poco después del golpe de Pinochet. En el jardín reposan los restos del poeta y de su esposa, Matilde Urrutia: “Compañeros, enterradme en Isla Negra,/ frente al mar que conozco, a cada arena rugosa de piedras/ y de olas que mis ojos perdidos/ no volverán a ver…”

Casa de Algarrobo

Casa P.Neruda Isla Negra

Vista al mar desde Isla Negra

Ya en la noche regresamos a Santiago, qué ganas tenía yo ya de ver al resto de la familia Ruiz, de tomar un poco del pisco de Agus, de comer de las riquísimas comidas –y desayunos- de Lili, de reirme con la siempre risueña Ceci, de conocer a la desaparecida Fran, de charlar con Flo, de comentarle a la prima Lili que estuvimos de nuevo en su querido Star Bucks de Viña….. ayyy tanto tiempo viajando, conociendo, visitando, “excursioneando” y, al final, lo que uno más recuerda y añora son los momentos con la familia, quizás porque las vivencias de uno, si no son compartidas, no saben a nada, son insulsas, pálidas, secas y sin hedor. Por eso este viaje se hizo a tres, o a dos al final, o a montones en ocasiones, porque es la gente con la que compartes tu día a día la que le da el sabor, el color, el olor y la fina textura a los recuerdos de tu vida.


Gracias a todas las personas que han hecho posible este viaje, podríamos haber hecho más o menos cosas, haber ido más o menos rápido, de otra forma, con otros medios; pero no podría haber sido mejor. Como dice la chamanita de mi madre, todo ocurre por algo, debemos prestar atención a las coincidencias, aprovechar las oportunidades de nuestro camino. Nuestro viaje, con sus andaduras y contratiempos, con la gente que se nos ha cruzado, ha sido “perfectamente imperfecto”, es decir, como tenía que ser.

Me despido hasta la próxima entrega, que no es ésta la última, y aún queda alguna que otra sorpresa. Espero que os haya gustado el blog a tod@s, empezó siendo la forma de darnos a conocer allí en Chile para los amigos y parientes de España, pero también lo ha sido para la familia chilena, incluso para amigos que hicimos en el viaje, y también nos ha servido, y mucho, a nosotros para recordar, recordar y recordar.

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