el país longilíneo es para la risa:
se lo da todo a sus poetas: la asfixia y el ventarrón de la puna,
el sol hasta el desollamiento, lo pedregoso y lo abrupto,
¡y que lo diga la Mistral!,
el piedrerío, lo hortelano y la placidez,
el sacudón que no cesa y unas veces estalla cataclístico,
la fiereza de las aguas largas y diamantinas,
los bosques donde vuelan todos los pájaros, ¡esos bosques!,
¡esa hermosura que nos están robando del Este y el Oeste en nombre de la tecnolatría!,
lo geológico y lo mágico de más y más abajo donde empieza el Principio,
más allá todavía de lo patagónico y lo antártico.
(...)
¡Chile: país vivido!
Personalmente yo he vivido largo a largo ese país y no por turismo literario,
¡Dios me libre!,
sino por locura y, ya de niño,
me fui a morar para siempre a cada uno de sus párrafos geológicos y geográficos,
de norte a sur.
No hay comentarios:
Publicar un comentario